El coronavirus está en la mente de todos. Está surgiendo como una presencia en más estados cada día. Los medios de comunicación se llenan de reportes sobre cuarentenas, restricciones de viaje, cancelaciones de eventos públicos y predicciones de recesión económica.
¿Qué tan grave es esta amenaza? ¿Deberíamos cambiar los planes o tácticas de nuestras organizaciones? ¿Y Hacer planes contingentes?
El virus podría convertirse en una pandemia verdadera con impactos y disturbios masivos. Al igual, podría disminuir y/o ser controlado por medio de vacunas y el aislamiento rápido de los más afectados.
Hasta el momento—en los primeros días de marzo—apenas comenzamos a ver sus efectos. Hay evidencias amplias de que las instituciones—gubernamentales, de salud, educación y la bolsa de valores—se encuentran profundamente preocupadas y anticipan mayores impactos. Conferencias de mayor escala han sido canceladas. Trump ha minimizado los riesgos y su administración ha respondido débilmente. Las acciones en el mercado de valores bajaron casi el 15% durante la última semana de Febrero, y luego se calmaron un poco, intentaron un avance (cuando el Banco Nacional de Reserva redujo las tasas de intereses medio punto), pero inmediatamente volvieron a bajar. Parece ser que la única certeza es la inseguridad y la volatilidad.
Cuándo y Cómo Hacer un Plan
Los reto de hacer planes es complejo y multifacético. Hay que tomar en cuenta los plazos cortos, medianos y largos y muchos: “y qué pasa si...?” Al final hay que hacer muchas suposiciones y equilibramiento. Pero también hay mucho valor en cuestionar las suposiciones detrás de nuestros planes actuales, en identificar las alternativas, y acordar y comunicar las fechas límites para tomar decisiones (por ejemplo: si se ha de cambiar o cancelar un evento).
Estos son los temas y preguntas claves que pueden guiar nuestras consideraciones:
Cómo pensar sobre el "riesgo" en general
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La búsqueda de un cálculo preciso probablemente será en vano.
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En cambio, considere estimar si el riesgo es “bajo”, “medio” o “alto”.
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Tanto como sea práctico, visualice cómo se manifestaría el riesgo. Por ejemplo, un riesgo “bajo” podría significar que se estima que un descenso en la participación será limitado.
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En esta etapa, la estimación útil de los riesgos a más de un mes de distancia probablemente sería demasiado especulativo. En su lugar, establezca una fecha para cuando los principales responsables tomaría alguna decisión sobre seguir o cambiar el plan.
¿Son una acción o una reunión ya confirmadas aún viable y aún valen la pena?
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¿La mayoría de los participantes se sienten cómodos reuniéndose (y viajando)?
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Si el éxito de una acción depende de la atención de ciertos de los medios de comunicación, ¿se encuentran preocupados por los asuntos de coronavirus (por ejemplo, cuarentenas locales, cierre de escuelas o negocios, restricciones de viaje, etc.)?
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Si los funcionarios públicos son participantes claves, ¿están preocupados por la salud y enfocados en la respuesta de agencias a las necesidades del público?
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¿La acción (aún) tendría un impacto valioso si se llevara a cabo virtualmente o si se pospone?
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Si hay un tiempo de planificación previsto (por ejemplo, la actividad está a semanas o meses de distancia), ¿cuál es el plazo clave para decidir si continuar? Los costos, los compromisos de viaje y el tiempo del personal para realizar el evento son elementos principales de este cálculo.
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En caso de aplazamiento o cancelación, ¿hay un mensaje diseñado para no empeorar el pánico?
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¿Existe un plan de “respuesta rápida” en caso de que la acción sea adelantada o interrumpida de último momento?
Actividades indispensables (“Must Do”): El Censo y las votaciones
Para las elecciones:
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El contacto en persona se puede reducir alentando a los votantes a solicitar papeletas de voto en ausencia en vez de votar en persona. Esto podría requerir una campaña informativa concertada (aunque algunos estados, como Oregón, el sistema ya es completamente “votos por correo” o “votar en casa”).
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La votación temprana (“early voting”) podría sentirse más segura que la votación del día de las elecciones, ya que los votantes probablemente encontrarían multitudes más pequeñas y esperas más cortas.
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Aunque puede sonar extravagante, imagine un escrutinio (o “canvaseo”) que incluye la entrega de mini dispensadores de desinfectante para manos con el logotipo de la organización (y su uso en cada interacción).
Para el Censo:
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La participación en línea ya está siendo promovida extensivamente. Preservar la salud pública y personal es un mensaje nuevamente relevante para alentar ese modo, eliminando la necesidad de que un trabajador del Censo haga una visita personal.
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Remarque el mensaje “Es un deber”. Debemos reforzar la noción que se trata de “cómo”, y no de “si” uno participará. Las consecuencias son simplemente demasiado altas para pensar o actuar de otra manera.
La economía y sus impactos en el uso de los recursos.
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Reconsiderar los gastos organizativos. Si la crisis se agudiza o es extendida, es más probable que la economía entre a una recesión. Esto probablemente aceleraría una dinámica de retroceso en el gasto y posiblemente en las aportaciones de las fundaciones (debido a pérdidas en sus inversiones). Es otra consideración sobre si proceder con actividades previamente planificadas. Si no es “Must-Do”, mejor, tal vez, re-diseñar (ver más abajo) o posponer para conservar recursos.
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Monitorear los efectos económicos en la comunidad.
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En otros países y de manera limitada en los EEUU, ya hemos visto despidos y cesantías laborales, cierres, compras excesivas (por pánico) de suministros básicos y costos médicos más altos y/o no planificados.
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Lo más probable es que veamos estafas, aumento de precios, acoso racial de ciertos trabajadores y acontecimientos parecidos.
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Parece importante un plan de contingencia para responder, que incluye solicitar o demandar apoyos sociales como días pagos por enfermedad o cierre de negocio.
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¿Qué son los indicadores principales? Seattle tiene la desgracia de estar a la vanguardia de las localidades más afectadas. Para el resto de nosotros, sirve como una “vista previa” de impacto concentrado y de las medidas tomadas. Otros indicadores importantes serían un posible retroceso en los viajes de vacaciones de primavera (“Spring Break”) y posibles cancelaciones de reuniones de inicio y graduación. Cualquiera o ambos podrían tener rápidamente un efecto en cascada.
Actividades y mensajes que “cumplen con el momento” y afirman nuestras comunidades
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Re-vocalizar nuestra agenda para dirigirnos a la conciencia de la gente. En vez de lenguaje como “apoyar los derechos de los inmigrantes” o “no discriminar o hacer chivos expiatorios a los inmigrantes”, nos centramos en “todos estamos más seguros cuando todos estamos involucrados y protegidos”.
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“Cuidar a los que proveen el ‘cuidado’”. Los trabajadores de la salud, incluido el servicio domiciliario, están de primera fila, al igual que sus sindicatos, los funcionarios locales de salud, el personal de primeros auxilios, los maestros, alcaldes y más. Deberíamos promover mensajes de agradecimiento, cooperación, validación (de sus solicitudes y directivas) en las historias de éxitos.
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Actividades que remarcan el tema de “seguridad de la salud para todos”. Si nuestras actividades previamente planificadas necesitan ser suspendidas o reducidas, e incluso aun si no, podemos abrir caminos alternativos para la participación continua de la comunidad bajo este lema. Dichas actividades también servirían como vehículos para mantener visibles y en circulación nuestros llamados claves (por ejemplo, votación, participación en el Censo).
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Abogar por un gran cambio estructural se ha convertido en un desafío más pesado. Otra “víctima” este año puede ser el impulso generado por las primarias presidenciales de Bernie Sanders y Elizabeth Warren para una profunda reestructuración de los sistemas económicos y de servicio médico. El temor a la pandemia puede disminuir drásticamente la receptividad a aceptar estas causas por que llegan en mal momento.
En fin, ya hay suficientes indicios que el Coronavirus y las respuestas a ello podrían compararse con los ataques del 11 de septiembre o la crisis financiera de 2008. Aunque la política de nuestra época nos ha sobrecargado con un estrés y un sinfín de desafíos, nuestra defensa propia, de la organización y de la comunidad nos insta a pausar y hacer un plan.
Como decimos en el Instituto de Liderazgo CAPACES: ¡Así Se Puede!